Las cosas que uno ve en esta vida. Estando en la lavandería del sector donde resido, mientras esperaba las piezas de ropa que utilizaría ese día, llegó una estudiante de uniforme celeste cargando sus libros y los colocó sobre el mostrador. Luega llegó su madre, y la alumna le explica que el profesor le había entregado el examen resuelto y que sería aplicado igualito. Para ella era una alegría.
Yo seguí escuchando la conversación de madre e hija, pero me hice el desentendido.
La madre tomó el examen y miró las dos caras de la prueba. Sus palabras fueron cortas, pero tajantes: "Si ustedes no sacan cinco en este examen, son unos brutos".
Mientras eso sucedía, me dije: "Hasta dónde hemos llegado".
Y recordé mis buenos tiempos en la Escuela Secundaria Pedro Pablo Sánchez, donde estudiando el Bachillerato en Letras, mis profesores nos inculcaban el análisis de los contenidos impartidos en clases. Nos reíamos de sus ejemplos, pero admito que no perdí el tiempo, pues saqué provecho.
Tal vez suene aburrido para algunos, pero hoy, al ver esa realidad, le doy las gracias a esos docentes que me impulsaron a dejar la mediocridad a un lado. A no ser mezquino con los conocimientos que me servirían para toda la vida.
Comprendo aquello que me recalcaron: "lo que bien se aprende nunca se olvida".
