Pequeños soñadores

Rubén Polanco | DIAaDIA

"Maestro, maestro, ábrame la puerta". Era el llamado de los niños que venían desesperados de los baños, después de ponerse su uniforme de Educación Física, y querían entrar al salón a ver el partido de fútbol del Mundial.

Los pequeñines iban buscando acomodarse en las sillas del salón donde está instalado el televisor. Algunos se tiraban al piso, para estar más cerca de la pantalla.

Todo el que tenga clases de Educación Física, puede ver el partido de fútbol que se está jugando a esa hora. Estos niños de la escuela primaria República de Colombia, en Paraíso, entraron a ver el partido de Inglaterra contra Trinidad y Tobago, cuando ya se había iniciado el segundo tiempo.

"Mano, mano, eso fue penal", gritaron en coro mientras veían un remate de un jugador inglés que dio en la mano de un trinitario dentro del área. El maestro de Educación Física, Félix Sandoval, aprovechó para explicar que a veces el árbitro no pita esa jugada cuando no hay intención.

Muchos tienen sus equipos favoritos, pero durante este partido se lamentaban de las ocasiones falladas de uno y otro equipo. Y cuando llegaron los goles, los festejaron sin tomar en cuenta qué equipo estaba ganando. Vivían cada jugada, como si estuviesen en la cancha jugando.

Es más, hasta un gol anulado de los trinitarios fue motivo de gritos y brincos, que luego se disiparon. A ellos, en su inocencia, sólo les interesa ver fútbol y goles, sin importar qué conjunto esté jugando.

Su fanatismo ha llegado al punto que muchos se sienten identificados con algunos jugadores, como Lampard o Ronaldinho, y sueñan con ser como ellos. Unos aprovechan para usar los suéteres de sus equipos favoritos.

Previo al Mundial, hicieron un trabajo que consistió en confeccionar una maqueta de un cuadro de fútbol con muñequitos de jugadores.

Todo es felicidad cuando ven los juegos del Mundial. La clase preferida en este plantel es Educación Física, y de más está decir la razón. Cuando concluye el partido, van al patio a recibir sus clases. Ellos también están contagiados. Eso que llaman "fiebre por el fútbol", también incluye a los más pequeñines.

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