Desde niño lidiando con los diablos rojos. Era el mediodía de ayer y en la piquera de buses de la ruta de Veranillo-Transístmica estaba por salir el autobús del señor Humberto. Rápidamente le notifiqué del trabajo a realizar y él aceptó.
Tras esperar unos minutos dio inicio al recorrido que, al principio, fue a paso de tortuga, lo que pareciera una manera de hacer tiempo para que el bus se llenara, ya que a esa hora el movimiento es lento.
Otra larga parada fue en el sector 32 de Veranillo, en donde los conductores hacen un alto por varios minutos.
Ya por la cercanía de la Escuela Estado de Israel se subió un estudiante luchando con una mochila que era casi de su tamaño. "Permiso, permiso", solicitó ese alumno pidiendo un lugar en el primer puesto de a tres. Al preguntarle, ¿cuántos años tienes? Él contestó con una enorme sonrisa: "Tengo diez". Además, dijo que era el más chico de su familia y estaba en quinto grado.
Mirando fijamente hacia afuera del bus, el menor trataba de identificar por dónde iba para, quizás, no pasarse la parada.
"Tengo dos años de estar viajando en los buses colectivos y sólo una vez me pasé de la parada. Eso ocurrió porque el bus iba lleno y el conductor nos pidió a los pasajeros que nos corriéramos. De bien mandado me fui para la parte de atrás y cuando iba a salir no me vieron. Después me bajé dos paradas más adelante. Es por eso que ahora trato de hacerme en los puestos de adelante para que no me ocurra de nuevo", expresó.
Al final, cuando llegó a calle "O" en Veranillo, el niño se bajó y tomó su enorme mochila directo a su casa.
En tanto, Humberto, el conductor, recordó que ha estado manejando bus por 14 años y ha tenido que lidiar con todo tipo de situaciones, pero las más drásticas son cuando se "topa" con borrachos.