Simplemente ejemplar, pues son pocos los que hacen eso. Ese es Francisco Javier Valdés, de 31 años, un padre que lucha por mantener a sus cuatro hijos, después que la madre se fuera de la casa y los abandonara hace un año.

Ayer en su día, recibió su mejor regalo. Con gran sentimiento dijo: "Me conformo con todo el amor y cariño que me dan". Los 200 dólares que gana como aseador en una firma de abogados, no le alcanzan para mantener y educar a sus vástagos: Yamileth, de 4 años; María, de 7; Fernando, de 10, y Yajaira, de 13 años. Tan sólo hace tres meses, Francisco empezó a trabajar. Su morada, ubicada en la barriada El Nazareno, sector 5, de San Vicente, Chilibre, está hecha con paredes de zinc, el piso es mitad tierra y mitad concreto. La casa no tiene agua ni luz y está levantada sobre el terreno de su cuñado. Los niños se quedan solos todo el día, hasta cuando llega de trabajar en la noche. Este admirable papá, oriundo de Cañazas, Veraguas, terminó diciendo: "Lucharé por ellos hasta cuando pueda".