Adama Keita, de 14 años, junto con decenas de niños, hurgan entre el vertedero de la capital de Mali para encontrar su sustento diario y artefactos que puedan arreglar para revender.
Keita ahorra todo lo que puede para lograr pagarse una educación y ser alguien en la vida. No conoce a sus padres y toda la vida ha subsistido de lo que puede vender del vertedero.
|