Contradictoria. La rivalidad entre Panamá y El Salvador está declarada desde la semana pasada, por lo menos, en cuanto a fútbol se refiere. Sin embargo, hay personas que ni siquiera se preocupan por eso y siguen queriendo a Panamá como su segunda patria, como es el caso de Rafael Flores. Él es un salvadoreño que tiene 15 años de vivir en tierras canaleras.

DESDE MUY JOVEN

Este caballero empezó desde los 18 años a recorrer el mundo. Conoció 18 países, casi todo Sudamérica, Europa y Centroamérica. Cada una de sus visitas le sirvió para alimentar su arte. Igual, lo ha hecho en Panamá. Rafael considera a Panamá un país rico en cultura, en comparación con su tierra natal, donde el año pasado murió la última indígena que hablaba nagua. Además, toda la población salvadoreña se ha americanizado.

Para Flores, Panamá es rica por sus indígenas y las costumbres que aún conserva. Además, la identidad persiste.

OBRA BASADA EN PANAMA

Es tal su admiración por los indígenas panameños, que está preparando una exhibición con retratos hiperrealista a lápiz, que espera poder presentar en octubre próximo. Actualmente, Rafael recorre las calles de Panamá con una técnica bastante peculiar, la aerografía, con la que ha deslumbrado a muchos estudiantes en la Universidad de Panamá.

Él considera más importante llevar su arte a la universidad que a un centro comercial, donde posiblemente tendrá mayor ingreso, porque se puede alimentar de las personas.

VIENE EN LA SANGRE

La vena artística de Rafael viene en sus genes como se diría. Explica que su padre es músico, el hermano también es pintor. Además está el sobrino, que vive en Bélgica, y es baterista. Hay otro sobrino que es pintor y otro hermano que es actor. Así que son muchos los artistas en la familia Flores.

ANECDOTA

En 1989 estuvo en un programa junto a Ricardo Arjona; éste se sentó en el piso a observar cómo pintaba y al final le regaló el cuadro.