Conozcan a Jorgito, Isabel Alexandra, Jorge Ortega (padre), Juan Diego y el pequeño Juan Daniel. (Foto: Erick Barrios / EPASA)
Marcia Tuñón
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En la comodidad de su apartamento y junto a sus cuatro hijos, Jorge Andrés (14 años), Isabel Alexandra (12), Juan Diego (7) y Juan Daniel (6 meses), Jorge Ortega nos descrbe el privilegio de ser padre y la enorme responsabilidad que eso conlleva.
"Cambiar pañales, dar el biberón y una que otra trasnochada, no es nada fácil, pues no existe ningún manual que explique cómo ser padre", comenta Jorge.
A él, la bendición de ser papá le llegó a los 25 años y a pesar de que era un joven, la llegada de su primer bebé al igual que la de los dos siguientes fue planificada y muy bien esperada. Sin embargo, cuando Jorge y su esposa Amelia creen haber cerrado la fábrica, toca a la puerta, Juan Daniel, quien nace en diciembre del año pasado. A pesar de que el pequeño no era esperado, su bienvenida fue tan emocionante como la de los tres anteriores.
En el hogar Ortega, el respeto y las órdenes son bien acogidas. Prueba de ello, es que él no necesita gritar, para que sus hijos le hagan caso, cada uno tiene libertad, hasta cierto límite. De esa manera, él y Amelia aprenden de sus hijos y ellos de sus padres.
Su gran desafío es tratar de mantenerlos unidos; hacer que lo respeten sin que le teman; lograr que tengan su propio criterio; además de darle las herramientas para que ellos sepan valerse el día que sean adultos.
Sus cuatro hijos son lo más maravilloso que Dios le ha regalado, por consiguiente, tiene por meta, junto a su esposa, romper cualquier compromiso con tal de acompañarlos a un cumpleaños, llevarlos a cortarse el cabello o invitarlos a comer.
Ha disfrutado tanto ver crecer a sus pequeños, que como padre, considera que lo más difícil es adaptarse a las diferentes etapas que vive con cada uno de ellos, el verlos crecer es una alegría, pero también reconocer que va llegar el día que dejen de ser sus hijos para irse hacer su propia familia.
Cada día que pasa le pide a Dios que le dé salud para seguir trabajando por su descendientes, pues para él, la familia es primero que cualquier otra cosa.