Luce feliz el anillo de campeón de Mariano Rivera. (Foto: Gonzalo Bocanegra / EPASA)
Elisinio González
| DIAaDIA
Ha cambiado su gorra de capitán de barco por una de los Yanquis de Nueva York.
En una fecha tan especial, como es el "Día del Padre", se revelará una historia nunca antes contada... la historia de Mariano Rivera Palacios, un triunfador... un ejemplo de superación... un "viejo zorro de mar", cuyo hijo es el cerrador estelar del equipo más popular de las Grandes Ligas.
Era joven cuando emigró de Punta Alegre, Darién, y llegó a Puerto Caimito, en La Chorrera, donde sus habitantes se dedican a la pesca artesanal de camarones y pescado.
"Yo inicié como pacotilla, que es el trabajador que recoge el pescado, lo mete a la hielera y luego lo vende. De ahí sacaba mi paga... muchas veces no vendía ni un solo pescado, así que no cobraba.
"Gracias a Dios, hubo un señor que me daba un dólar semanal. Ese era mi pago... por lo menos no me acostaba con mucha hambre", dijo.
En la década del 70', ya era el capitán del bote "La Esclava" y a su vida había llegado el que es hoy uno de los mayores orgullos de la familia: su hijo Mariano Rivera.
Precisamente, recordar la infancia del pequeño "Pili", como apodaban en Puerto Caimito al cerrador de los Yanquis que está a punto de llegar a los 500 juegos salvados, lo invadió de alegría.
"Nosotros vivíamos a la orilla del mar. Mariano se levantaba tempranito con un biombo a matar cuervos. Si le escondían el biombo, agarraba las piedras y se las lanzaba con mucha fuerza a los pájaros", expresó.
"Muchas veces, Mariano me acompañó a pescar cuando yo era el capitán del barco 'La Esclava'. Mariano siempre fue muy trabajador", añadió.
El "viejo zorro de mar" recordó los momentos que rodearon la firma de su hijo con los Yanquis. "Mariano nunca me dijo que fue al Estadio Juan Demóstenes Arosemena a hacerse una prueba con los Yanquis. Me enteré fue después cuando él me informó que Carlos Heron, de los Yanquis, le dijo que mejor se fuera a pescar a Puerto Caimito. La prueba la hizo como torpedero", precisó. "Unos días después vino la segunda prueba, que fue como lanzador. A Heron le gustó su desempeño y lo recomendó para que fuera firmado", recordó.
"A mí me fueron a buscar al puerto para decirme que personas de los Yanquis estaban en mi casa. Me dijeron que si yo estaba de acuerdo que mi hijo firmara para jugar pelota en los Estados Unidos. Mi respuesta fue rápida: '¿A dónde es que tengo que firmar?'", enfatizó entre carcajadas.
"Antes de que se fuera Mariano (a Estados Unidos) yo le dije: 'Recuerda que yo vine del Darién y comencé como pacotilla. Ya hoy día soy capitán de barco. Así que tú comenzarás como pacotilla donde vas a jugar. Así que usted tiene que echar hacia adelante, esforzándose todos los días, y pidiéndole mucho a Dios'", concluyó.
Así cerraría la entrevista con un trabajador incansable que, a pesar de los éxitos que cosechó su hijo desde 1996, no le dijo adiós a la pesca artesanal hasta el 2005, justo cuando Mariano se lo pidió.