Uno fue suficiente.
El Sevilla de Juande Ramos coronó ayer una temporada de ensueño y, tras levantar la Supercopa europea y la Copa de la UEFA, celebró su tercer título, el de la Copa del Rey, con mucho menos fútbol, pero con la experiencia suficiente para tumbar 1-0 a un Getafe que fue un digno y justo finalista.
Kanouté fue el gran protagonista. Hizo el gol de la victoria y perdió los papeles con una agresión a Casquero al final, que le costó la expulsión.
No fue una final por la que futbolísticamente el Sevilla pueda presumir. Pero las finales no se juegan. Se ganan. Y el Sevilla culminó con este triunfo una temporada inolvidable. Su enorme derroche físico, jugando todas las competiciones hasta el final, disculpan un partido que supo encarrilar rápidamente.
El Getafe jugó mejor, pero su falta de acierto arriba fue alarmante. El Sevilla se movió mejor en la batalla, en el choque, en la pelea. Necesitó muy poco para ganar y firmó un segundo tiempo para el olvido. Pero el Sevilla de Juande Ramos maneja ya parámetros de clubes grandes y catapultó así sus aspiraciones de alzar su tercer título en la actual temporada.
El Rey Juan Carlos I entregó el trofeo de la Copa al capitán Javi Navarro.
CUATRO CORONAS
El Sevilla conquistó en el estadio Santiago Bernabéu el cuarto título de la Copa del Rey de su historia.
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