"No veo la hora de llegar a mi casa, extraño a mi hija de 10 años", dijo el señor Alberto Eli, de 47 años, quien tiene dos meses de haber salido de su casa, ubicada en Santa Fe de Veraguas, y desde entonces, no ve a su hija.

Ese mismo tiempo tiene de estar cuidando a su esposa Juana González, quien lleva 11 días de estar recluida en el Hospital Santo Tomás (HST), pero antes estuvo en un nosocomio de Veraguas.

Contó que un día se encontraba en su casa compartiendo en familia, cuando de repente, su esposa Juana empezó a sentirse mal y de inmediato fue llevada a un centro médico de Veraguas. Los médicos le detectaron tuberculosis y tomaron la decisión de enviarla a la capital.

PASANDO NECESIDADES

Alberto manifestó que llegó sin dinero y que se siente mal, porque no sabe cómo va a llevar a su esposa nuevamente a casa, cuando le den de alta.

No tiene cómo pagar los pasajes; de eso son prueba su humilde ropa y las chancletas que tenía puestas ayer, mientras meditaba sentado en el piso, fuera de la sala de urgencias del Santo Tomás, sobre la suerte de su hija, a quien cuidan unos familiares.

Por el momento, duerme en un albergue cercano al hospital o simplemente, se queda esperando que amanezca, sentado afuera del centro médico.

Este indígena vive de la compasión de algunos panameños que le dan dinero para que pueda comprar algo de comida.

LOS DIAS DE ESPERA CAMBIARAN

DIAaDIA conversó con Gerardo Victoria, director médico del HST y éste se comprometió a ayudarlo con la alimentación, hasta que a su esposa le den de alta. Además, estará pendiente del estado de salud de Juana.

IGUAL

Otro caso similar es el de Edibelto Bacoriso, de 23 años, oriundo de Darién, quien tiene a su sobrino, de 2, internado en el Hospital del Niño, por influenza. Tiene una semana de estar en la ciudad y se encuentra solo; piensa cómo regresará a su casa.

A SU LADO

Alberto poco habla español. Siempre está dispuesto a permanecer al lado de su esposa.