La esperanza es lo último que se pierde. A Lucilda Román le ha sido muy difícil construir por sus propios medios un lugar digno para vivir. Todos los días se levanta de milagro, ya que piensa que una de estas noches, con estas lluvias, se le puede venir el techo y toda su casita abajo, si es que a estas cuatro paredes se les puede llamar así.
Lucilda es una humilde panameña que vive en El Cucui, de Pedregal, y sólo le pide a Dios que la proteja a ella y a sus dos hijos.
Lucilda no cuenta con un empleo. Lo poco que le suministra el padre de sus hijos lo utiliza para pagar la luz y comprar sus alimentos. Sus hijos no tienen un empleo fijo y sólo trabajan eventualmente. Lo único que pide es poder dormir tranquila, sin preocuparse por su casa.
SU TEMOR
El mayor temor es cuando llueve con fuertes vientos.
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