HISTORIAS
¡Bendiciones!

Redacción | DIAaDIA

Un día me encontraba en una situación en la que estás entre la espada y la pared. ¡Qué feo!

La confianza que se me dio no la valoré, pues pensé que todo era un juego. Eso me deprimió mucho y no quería saber de nada; trataba de mantener mi mente ocupada, ya que la conciencia me martillaba una y otra vez. No tenía compasión.

Llegó el fin de semana y veía a todos mis amigos, disfrutando de la vida cada minuto. Yo sonreía por fuera, pero por dentro me daba golpes de pecho, como quien está rezando el "Yo pecador", por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Las ganas de llorar no me faltaron, pero me contuve. Decidí caminar y reflexionar sobre cómo superar esa prueba y le pedía a Dios que me enviara una señal de que me perdonaba y que sintiera paz.

No lo reté y menos le di tiempo para una respuesta, pero una vez más me sorprendió, pues me llegaron dos señales casi al instante. Él me puso en el camino a dos personas: Mara Salcedo y César Quintero. La primera es una madre ejemplar, que ha pasado por muchas situaciones difíciles, pero siempre le sonríe a la vida y confía en Dios con los ojos cerrados. Al verme reflejado en ella, me contagió de su alegría y me dije: allí tienes la respuesta.

Más adelante me encontré a César Quintero, aquel joven que pareciera vivir en un mundo de fantasías. Dios le ha dado ese carisma de ser alegre y resulta casi imposible no disfrutar de sus anécdotas y gestos. Estas personas fueron y serán una bendición para mí, porque aunque a veces te sientas tan abatido por la vida, debes saber que es cuando Dios está más cerca de ti.

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