Hacer un pan era lo más fácil en el interior. Casi todos sabían hacerlo, pues en cada casa había un horno de barro.
Éste se construía con tierra arcillosa, agua y paja peluda, mezcla que se debía batir unas tres horas. Luego, la mezcla revestirá al esqueleto, hecho con anterioridad con un bejuco especial. Ya terminado el horno se espera un mes y luego se le hace un quemado especial a base de tierra, estiércol o ceniza (un sellador natural), para evitar que se raje.
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