Hay que ayudara los hijos a ser buenas personas. (Foto:Cortesia)
Sheila Moratoya
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¿Quién debe asumir el rol de amamantar, custodiar, dirigir, formar conciencia y enseñar la belleza de ser persona? ¿Quién será?
¿Debe la mujer quedarse en casa? ¿Y su desarrollo profesional? ¿Y el cuidado que le debe a su familia? Una elección importante para toda mujer.
En 1997 una mujer llamada Brenda Barnes, de 43 años y directora entonces de una importante empresa en Estados Unidos, dio mucho de qué hablar. Decidió renunciar a su brillante, exitoso y ejecutivo cargo. ¿La razón? Consagrarse al cuidado de sus hijos.
No hay duda de que vivimos en una época en que la decisión de quedarse en casa para consagrarse al cuidado de los hijos, es una de las acciones más difíciles a la que se enfrenta en estos tiempos ultra-modernos una mujer profesional.
¿PARA QUE QUEDARSE EN CASA?
Para ayudar a descubrir los valores y hacer de nuestros hijos personas virtuosas. Para esto, seré yo misma quien en primer lugar los encarne, los practique, los viva. Ya que los valores no pueden imponerse, los valores son interiorizados, descubiertos, piden ser realizados. Es a través de nuestros actos como ellos, nuestros hijos los van interiorizando y expresando una forma diferente de conducta a la del resto.
Por eso, el primer valor que se le enseña a un hijo es el de la generosidad pues la madre misma lo esta mostrando con su entrega incondicional diaria. El término generosidad proviene del latín genus, que a su vez deriva del verbo gignere, engendrar. La generosidad es la medida que se utiliza para darse cuenta cuanto amor hay en cada corazón. Es la palabra que se opone totalmente al egoísmo. De ahí, por lo que hay que tomar muy en cuenta que tan egoístas somos cuando decimos, "yo no nací para quedarme en la casa".
LA ILUSION DE CADA DIA
De esta forma, ser ama de casa no se convertirá o representará una rutina. Al contrario vendrá a ser la ilusión de cada día. Una ilusión que puede compararse con la que se presenta cuando nos enamoramos por primera vez. O esa, que llena de júbilo nuestra alma cuando caminamos de la mano de nuestro papá por el pasillo de la Iglesia, al estar a punto de decir "sí" al hombre que compartirá nuestra biografía.
Esa ilusión de saberse bendecida al descubrir que se lleva un hijo por primera vez en lo más íntimo y sagrado de nuestro ser de mujer, nuestro útero. ¡Cuantas ilusiones! ¡Cuántas oportunidades para descubrir lo que es ser mujer!
Por lo tanto cada día al cuidado de nuestros hijos representara:
La ilusión de enseñarle que el día más bello es hoy.
La ilusión de levantarlo cada mañana en nuestros brazos y comunicarles el amor.
La ilusión de enseñarles a ser persona como sistema abierto a los demás.
La ilusión de poder cansarse otro día más y esperar la noche para volver a empezar. Date la oportunidad de pensarlo.