Espíritu incansable
Una vecina lo ayuda a vestirse y lo auxilia cada vez que puede, ya que Serverino está todo el tiempo solo. (Foto: Alexander Santamaría / EPASA)

Georgina Damián | DIAaDIA

Su cabello blanco y despeinado, sus muletas en cada lado formando parte de su soporte diario y su rostro con señas de asombro. Así vimos a Serverino, un hombre de 56 años, quien hace 38 años sufrió un accidente que lo dejó parapléjico. DIAaDIA lo visitó en su casa ubicada en Samaria, para conocerlo mejor. La dificultad para caminar era evidente, su cuerpo encorvado se lo impide, pero aún así, su expresión serena y buen humor continuaban durante la entrevista. Este humilde señor contó su trágica historia que inició desde que tenía sólo 17 años. Estaba en la escuela y un día se fue junto con otros compañeros a un paseo en San Carlos. Ese día, que hoy recuerda con amargo dolor, sufrió el accidente. Se bañaba en el río y se golpeó la cabeza, desde entonces mantiene quebrada tres vértebras y su movilidad en las piernas es mínima. Su don luchador le permite continuar de pie, pero a veces reconoce que llevar consigo tanto sufrimiento es una gran carga. Dice que pelea con Dios porque se encuentra cansado de estar en esas condiciones. Son muchos años los que lleva así; sin embargo, no se deja vencer tan fácil.

Es un hombre digno de admirar, ya que a pesar de sus obstáculos, trabajó un tiempo de billetero y, a raíz de que le robaron, dejó de hacerlo, pero quiere regresar a trabajar. Espera que la Lotería Nacional de Beneficencia le dé una respuesta con una libreta, o mejor aún, que la Primera Dama le ayude, porque quiere mejorar su casa de madera. En su casa sólo tiene sus muletas y una vieja silla de ruedas con las que se transporta de un lado a otro.

SOLIDARIDAD

Vive solo, pero dice que ha encontrado vecinos que se han convertido en sus familiares.

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