"No entiendo por qué ellas me pagan así".
Con esa frase, resumió la señora Lucía Muñoz, de 81 años, la indiferencia de sus ocho hijas, pese a que seis de ellas viven en áreas aledañas al distrito de Chame.
DIAaDIA se trasladó a su humilde residencia, ubicada en Sajalices. Junto a ella, estaba uno de sus dos hijos con quienes vive, pero resulta que ninguno de ellos tiene un trabajo estable y, para colmo, están enfermos.
DURO, PERO CIERTO
Lucía Muñoz nos contó que hace rato no visita al médico. "No tengo plata para eso y de milagrito mis hijos consiguen pa' comer", precisó.
Esa fue otra sorpresa más, ya que confesó que hay días en que se acuesta sin probar bocado. Sólo bastó recorrer por su cocina y corroboramos que el fogón no lo había prendido en todo el día. Sólo un par de mangos maduros adornaban la cocina.
MAS SUFRIMIENTOS
También dijo que "no les tengo rencor y espero que puedan recapacitar a tiempo. El que ama, ama en vida", enfatizó mientras estaba sentada en su silla de ruedas y acariciaba su pierna izquierda, notoriamente, muy hinchada.
Y mientras nos contaba las experiencias de su vida en el campo, sembrando y cosechando para poder llevar junto a su esposo el sustento diario, observamos en una taza que decía: "Te quiero, mamá".
Doña Lucía expresó que su hijo que sufre de epilepsia, es quien se encarga de ayudarla en su aseo personal, pues también sufrió derrame, no mueve su brazo y pierna izquierda.
Dentro de su estrecha habitación, hay un tanque que hace las veces de bacinilla, la cual utiliza en horas de la noche.
Para llegar a la casa de Lucía, sólo hay dos vías. Por un lado, hay que atravesar una quebrada y la otra ruta es por un camino donde hay que cruzar un pequeño puente. "Aquí llueve más afuera que adentro", añadió Lucía.
ESPERANZA
Los días pasan y, al menos, Lucía espera que alguien se acuerde de ella.
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