Indí­genas pasaron páramos
Estos 90 indí­genas, de las 42 comunidades, se mantuvieron muy unidos como los mosqueteros: "Todos para uno y uno para todos". (Foto: Didier Hernán Gil y Jesús Simmons)

Didier Hernán Gil | DIAaDIA

En aprietos. No solo caminaron de rodillas hacia la Presidencia o se sentaron en la ví­a España por más de tres horas, también pasaron hambre y muchas incomodidades.

Esas son algunas de las peripecias que atravesaron los indí­genas bocatoreños que estuvieron cuatro dí­as y tres noches en la capital, denunciando ante las autoridades que todaví­a en sus comunidades hay problemas de contaminación por el derrame de petróleo. ¿Qué hací­an por las noches, dónde dormí­an? DIAaDIA realizó un recorrido con estos indí­genas el miércoles en la noche.

"Tratando de engañar al estómago y dejar pasar las horas, decidimos visitar Albrook Mall", contó el dirigente Humberto Duguel. Por ironí­as de la vida, llegaron directo al "Food Court", donde muchos de ellos se limitaron a ver, pues no tení­an suficiente dinero.

Entraron al centro comercial a eso de las 6: 00 p.m. y no fue hasta las 9:00 p.m. que lograron reunirse todos, pues algunos se perdieron. "Aquí­ todo está igualito", fue la excusa.

El transporte fue otro lí­o. Los tres busitos que los trajeron desde Changuinola, el domingo, los dejaron a la buena de Dios, ya que sólo habí­an pagando por ida y vuelta. El pasaje no incluí­a los recorridos que debí­an hacer por la ciudad.

Ante esta necesidad, contrataron al bus de la ruta Los Andes-Tumba Muerto con placa 8B-3577, conducido por el señor "Rafa", quien dijo que las ganancias no fueron muchas, pero que el bus no se maltrató durante estos dí­as. Sin embargo, el hacinamiento era obvio, ya que viajaban 90 indí­genas con maletas y pancartas.

Al preguntarle si se habí­an enfermado, dijeron: "Sólo algunos con catarrito".

Antes de las 10:00 p.m. se trasladaron a la Plaza 5 de Mayo, donde se turnaban para dormir en un hotel de la Avenida Central, otros se mantení­an en los parques.

Estos indí­genas demostraron que su lucha era más importante que el hambre. Otra prueba de fuego que pasaron fue cuando al bajar del bus, un vendedor ambulante se imaginó que tendrí­a negocio redondo con tanta gente y gritaba ansiosamente "chicheme caliente", pero sus esperanzas se desvanecieron cuando los indí­genas pasaron a su lado sin determinarlo, puesto que no tení­an el "cuara" para comprarlo.

LOS ESCUCHARON

Los indí­genas tocaron las puertas de varias instituciones. Anoche a las 7:30 p.m. salieron rumbo a Bocas del Toro, luego de varios logros.

Ciudad de Panamá 
Copyright © 1995-2007 DIAaDIA-EPASA. Todos los Derechos Reservados