Gran consternación me causó la noche del domingo un reportaje en un canal de cable sobre el caso de una mujer mexicana, quien asesinó a sus tres hijos.
Claudia Mijangos, en 1989, fue la primera plana en casi todos los diarios de ese país al ser la autora de tan dantesco crimen.
A pesar de ser una dramatización, fue muy triste ver cómo una persona que da la vida es capaz de quitarla y de una forma tan cruel, a puñaladas.
Escuchar los testimonios de periodistas, personal de criminalística fue muy fuerte, me pregunté una y otra vez ¿por qué?
¿Por qué una persona puede hacer esto? Luego de múltiples estudios, los médicos determinaron que Claudia tenía una lesión cerebral, esquizofrenia y depresión (producto de que se estaba divorciando de su esposo y, al parecer, ella estaba enamorada de otra persona) y como no estaba consciente cuando cometió el crimen, fue declarada "ininputable", y tuvo que pasar 30 años en un psiquiátrico.
Solo Dios sabrá qué sucedió allí y por qué, pero lo cierto es que quise compartir con ustedes esta triste historia de la vida real, porque también fue determinante que Claudia pudo haber buscado ayuda y no lo hizo. Por favor, no esperemos que las tragedias ocurran; cuando algo no esté bien, busquemos ayuda.
Ahora la casa, ubicada en Querétaro, es parte de la cultura de ese pueblo y hay quienes afirman que ven a las ánimas de los niños pasearse en el lugar. Sí, sería interesante ir allí y conocer la historia, pero más interesante sería atraer el turismo de manera positiva.