Vive para sus hijas
La delgadez de Griselda es evidente. Entiende las señales que le da su familia. (Foto: Jesús Simmons / EPASA)

Joyce Baloyes | DIAaDIA

No desfallece. La esperanza de una madre por darle una vida mejor a sus vástagos, se ve reflejada en el rostro de Ana Conde, una joven de 29 años que tiene dos hijas, una de ellas está postrada en una cama.

La paciencia que tiene para cuidarlas, se refleja en su voz serena. Con un tono bajo, Ana contó su historia de lucha y amor.

Ana acomoda en su cama a la pequeña Griselda Cajar, de 8 años, quien tiene parálisis cerebral; mientras Marisabel, de 5 años, le hace caritas a su hermanita en su humilde hogar en Curundú, sector El Águila.

CON LOS DIAS

Las dificultades comenzaron cuando Griselda tenía 3 meses, fue sietemesina, dejó la teta; además, la leche se la daban en cucharita y empezó a llorar. Fue entonces, cuando le diagnosticaron parálisis cerebral.

El estrecho cuarto dentro de la barraca, que comparte con un primo, es la morada de esta familia. Griselda, Ana y su esposo duermen en una cama doble, mientras Marisabel en una colchoneta al pie de ellos.

Aunque Griselda va a sus terapias dos veces por semana al CRI, cuando no tienen dinero deben quedarse en casa, no hay para pagar el transporte.

Eso es con frecuencia, pues su esposo trabaja en tareas de mantenimiento y el salario es bajo. Aparte, esta luchadora madre se debe multiplicar, porque ella es quien lleva y busca a Marisabel a la escuela. Con las dos, anda a la carrera, porque no cuenta con ayuda.

Sólo la animan las ganas de seguir luchando para dar a sus hijas la comodidad que merecen y no tienen. Sueña con una casita propia para darle una mejor vida a sus niñas.

VIDA DURA

Para Ana, lo más difícil es cuando se enferman, la hora del baño de Griselda y la comida.

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