HISTORIAS
Cuando estorbas

Redacción | DIAaDIA

Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa. Durante largos años, había trabajado con ahínco para sacar adelante a su familia. Su mayor orgullo era ver a su hijo convertido en un hombre de bien, respetado por los demás, ya que para lograrlo dedicó su vida y su escasa fortuna.

A los setenta años, Don Roque se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de recuerdos. Esperaba que su hijo, ahora brillante profesional, le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que éste apareciera y decidió, por

primera vez en su vida, pedirle un favor.

Don Roque tocó la puerta de la casa donde vivía el hijo con su familia. Le explicó lo cansado y solo que se sentía y el hijo le contestó que le daba mucho gusto que estuviera allí.

Don Roque le dijo a su hijo que no quería ser un estorbo, pero necesitaba quedarse a vivir con ellos. ¿Quedarte a vivir aquí? Sí... claro... pero no sé si estarías a gusto, dijo el hijo. Tú sabes, la casa es chica, mi esposa es muy especial, y luego los niños... Mira, hijo, si te causo muchas molestias, olvídalo.

No te preocupes por mí, alguien me tenderá la mano. No padre, no es eso. Sólo que ...no se me ocurre dónde podrías dormir.

No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían, bueno, al menos que duermas en el patio. El hijo de Don Roque llamó a su hijo de doce años y le pidió que le trajera una cobija para su abuelo. Luis subió por la cobija, tomó unas tijeras y la cortó en dos. En ese momento, llegó su padre -¿Qué haces Luis, por qué cortas la cobija de tu abuelo? Sabes papá, estaba pensando guardar la mitad de la cobija para cuando tú seas ya viejo y vayas a vivir a mi casa.

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