Yo no soy ni amigo ni enemigo de Álvaro Alvarado. Cuando inició mi espacio cada vez que le escribía una crítica negativa, recibía de él o de su muñeco, indirectas o reclamos directos al aire. Eso sí, todas sus respuestas -por lo menos hacia mí- fueron con el mismo respeto que mis críticas.
Hoy, Álvaro está brillando como nunca. Logró que ese espacio muerto que tenía Telemetro Reporta, respirara, lo sacó del coma en el que TVN lo tenía bajo el mando de la hoy ministra. Yo tengo que reconocerle que su 'morning show' es en el que más opinión pública se está generando. Él, no sé cómo, tiene en su set a los que hacen noticia en los techos (portadas) de los diarios casi el mismo día en que se hacen las publicaciones. Se monta en la información de los periódicos y "las hace suyas". Los funcionarios quieren ir a donde él a desmentir o acusar las publicaciones de los impresos, inclusive, la gente quiere ir a donde él a poner su queja de pensión alimenticia o pedir los dientes que le hacen falta a la abuela bocacha. Él ha logrado lo que yo escribí el día uno que salió su espacio al aire: quería ser la versión masculina de Lucy Molinar y lo logró.
Yo le aplaudo que tiene la humildad de reconocerle y darle los créditos a los medios impresos que hacen la publicación que el 'mágicamente' convierten en suya. Ni en TVN ni en RCM y mucho menos en SERTV se está generando la información que la corregiduría matutina de Telemetro Reporta logra, al punto que el Presidente de la República, cada vez que quiere o se le antoja decir algo, lo hace donde él y a sus anchas.
Aquí lo delicado, para efectos de credibilidad, es que Álvaro pierde la oportunidad de "cuestionar" al Presidente y se limita solo a mencionar temas, darle pie a temas y no hacer su papel de periodista-entrevistador. Deja que el Presidente hable a sus anchas sin hacerle preguntas frontales, concretas, balanceadas, directas y eso, en el buen periodismo, no es una entrevista. No le hace re-preguntas y mucho menos le refuta una respuesta. El Presidente le critica su noticiario y él se ríe, se burla de él ofreciéndole un cargo (porque es una burla) y Alvarado se ríe.
Yo analizo y analizo las entrevistas y me parecen encuentros de café entre dos amigos que hablan de todo lo que pasa en el país y no un encuentro entre periodista y su fuente oral, y eso, Álvaro no se lo puede permitir porque si hay un periodista que por todos los medios ha dicho sentirse "presionado" ha sido Alvarado. Esa presión le da licencia ante la audiencia para cuestionar, escudriñar, auscultar y no lo hace.
Alvarado tiene que lograr con estas "exclusivas" , que está teniendo, que quien se siente frente a él sepa que no va a ponerle 'play' a su lengua y decir todo lo que se le da la gana sin ser "re-cuestionado". Tiene que lograr que su audiencia, la que confía en él al sintonizarlo, cuando se acabe la entrevista diga: "le preguntó lo que yo quería", "le cuestionó todo", "lo hizo temblar con profesionalismo". Tiene que lograr que el funcionario que en su set se siente sepa que ahí no va a decirnos que la vida es color de rosa, que sabe a menta o que Panamá es la versión tropical de Disneyland.
Al ser el espacio que más opinión pública está generando, tiene una doble obligación: con su audiencia y con su nombre. Que quien se siente en su set sepa que de ahí no sale a tirar besitos y mucho menos a burlarse de él en su propio terreno.