Jóvenes y letales


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Ofelia sufre por la muerte de sus hijos.

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    Ofelia sufre por la muerte de sus hijos.

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    A sus 16 años, este joven afirma de haber perpetrado “varios” homicidios.

    Fotos: EVERGTON LEMON

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    A sus 16 años, este joven afirma de haber perpetrado “varios” homicidios.

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Jesús Simmons/ Carolina Sánchez - DIAaDIA

"Mi primer homicidio lo cometí a los 12 años”. Así de frío, así de simple, habló Marcos (nombre ficticio), un joven de 16 años, al referirse a los “varios” asesinatos que ha cometido por encargos.

La ausencia de un padre y la falta de comida en su hogar, fue lo que lo empujó al mundo delincuencial. Su padre nunca veló por él y su madre no trabajaba, así que delinquir fue la forma más fácil que encontró para sobrevivir.

"Empecé en el mundo de la delincuencia a los 12 años" , dijo en un tono de voz muy bajo, casi susurrando, este muchacho espigado, como de 110 libras de peso, sin tatuajes y sin que haya pasado un solo día en la cárcel.

En su voz y su forma fría de ser se puede percibir que este joven está librando una batalla interna entre el bien y el mal. "Robaba carteras, después empecé a hurtar casas...".

Su cuerpo tan frágil y su carita angelical ocultan a un joven al que no le tiembla la mano a la hora de jalar el gatillo. Con la mirada fija en el suelo exclamó: “He cometido varios homicidios".

A pesar de la insistencia de DIAaDIA, evadió informar cuántos muertos lleva a cuestas.

Su actuar es como el de un depredador, pues a pesar de pertenecer a una pandilla, siempre anda solo. "Yo acudo a los jefes de mi banda, les pido un arma y voy a arreglar al que está mal", así de letal es Marcos, de allí que haya cometido asesinatos por encargos.

"Me han contratado para matar y he cobrado $1,000. y 1,500. por esos trabajos". De esto no se siente orgulloso, pero esos asesinatos lo atormentan y, contrario a lo que pudiera pensarse, no le crean cargo de conciencia, sino un deseo insano de seguir matando. Por eso es que no quiere esos recuerdos.

No le teme a la muerte. “Solo se muere una vez”, es su filosofía. Su vida no ha sido fácil, porque a veces come y en ocasiones se acuesta con el estómago vacío. Dejó la escuela cuando cursaba el octavo grado.

En un intento por escapar de ese mundo, ingresó a una iglesia y fue siervo de Dios, pero sus amigos pandilleros lo presionaron para que se saliera de allí, porque eso era muy aburrido, así que ante tanta insistencia no le quedó de otra que volver al seno de su pandilla.

Pronto va a cumplir 17 años, y no quisiera seguir más en ese oscuro mundo, por eso eleva un grito de auxilio a los pastores y al Gobierno para que le den una oportunidad, pues siente que los menores de edad delincuentes pueden regenerarse si se les da la ayuda que necesitan.

De niños a sicarios

Se encaminan a ser sicarios. Esto es lo que preocupa al fiscal superior Rubén Arango Durling, quien asegura que cada vez son más los jóvenes que asesinan y sacan provecho del artículo 8 de la Ley 32 que exime de detención a aquellos homicidas de 14 años o menos.

Los adultos se valen de ese privilegio para sacar provecho de ellos con la finalidad de que asesinen a otras personas, destacó Arango.

Y es que cada vez la incidencia de menores de edad en homicidios y otros actos delictivos es más recurrente. La presión de grupo del entorno en donde viven, un hogar desintegrado o solo por llevar una forma de vida, son las causas de incursión en ese mundo de violencia.

Este año, la Fiscalía Superior de Adolescencia del Segundo Circuito Judicial de San Miguelito investiga 25 homicidios en los que sus autores son menores de edad. De estos, cuatro de 14 años pertenecen al grupo etario (no son detenidos) y de esos cuatro, hay uno que tiene conducta repetitiva en delitos tan graves como homicidio y tentativa de homicidio.

Arango Durling aseguró que los menores de edad que son reincidentes, se perfilan a ser futuros sicarios en caso de seguir con ese tipo de conducta. Las armas les llegan como si fuesen juguetes, solo por ser menores de edad y, por tanto, al amparo de la ley.

De los 25 homicidios ocurridos en este año, 24 son por arma de fuego y solo uno con arma blanca. "Estas armas son nuevas, no están registradas y los muchachos las consiguen en el mercado negro", manifestó el fiscal. De los 25 casos, la mayoría están detenidos y otros ya pagan condena, que por el delito de homicidio es de 12 años de prisión.

Solo este año han sido detenidos 47 adolescentes en el distrito de San Miguelito con armas de fuego y han perpetrado 212 robos a mano armada.

Arango está convencido de que hay que hacer cambios en el artículo 8 de la Ley 32, porque esos jóvenes homicidas de 14 años son enviados a programas de reeducación social y otras ayudas, pero vuelven a delinquir al no tener la supervisión adecuada y permanente de su familia.

Expresó que el entorno donde viven es lo que más hace que los jóvenes adquieran ese mal comportamiento y es ahí donde los padres tendrán que supervisar de primera mano al adolescente para que así la ayuda de las instituciones pueda servir.

Violencia le roba a dos hijos

“Aunque los padres se separen, tienen que estar pendientes de sus hijos, darles amor y velar por su bienestar”. Esa es la forma de pensar de Ofelia Piedra, quien ha perdido a dos de sus hijos de manera violenta y ahora ve cómo el más pequeño, de 14 años, se inclina por andar en malos pasos.

"A mis hijos siempre les di todo mi amor, pero desde muy niños su padre los abandonó y me tuve que ir a trabajar; les hizo falta esa figura paterna de autoridad para que siguieran por el camino del bien", aseguró Ofelia.

El dolor por muerte de sus mellizos Ángel Rubén Olivares Piedra (murió descuartizado) y Rubén Gerardo Olivares Piedra (muerto a tiros), (a) Gordo y Pacorita, respectivamente, se refleja en su rostro cansado, pero aún así le ruega a Dios para que ahora su hijo más chico salga de esa vida, pues su desconsolado corazón no soporta una tragedia más.

Ofelia, en ocasiones, se reúne con los muchachos del sector #2 de Samaria para hablarles y hacerles entender que la delincuencia solo los llevará a la muerte.

Ahora esta mujer requiere del apoyo de las autoridades locales para construir un lugar donde los jóvenes puedan recibir atención y así lograr que salgan de esa vida. "Las malas amistades y las rivalidades es lo que hace que estos adolescentes estén en peleas, que al final terminan con una muerte", argumentó la madre.

Cada mañana que Ofelia abre sus ojos, pide a Dios que su hijo de 14 años esté bien y ruega tener la oportunidad de salir de ese barrio para ofrecerle a su vástago, quien vive con los abuelos, una mejor calidad de vida, donde las armas y las malas amistades no se apoderen de él.

Cambian cuadernos por pistolas

Para el pastor Federico Guevara, del Templo de Jehová Nisis, muchos de estos jóvenes provienen de hogares disfuncionales donde su papá fue un delincuente y purga una condena de 20 años por homicidio. Otros, porque sus padres fueron asesinados y, en consecuencia, a lo que aprenden es a delinquir.

Manifestó que estos jóvenes empiezan sus estudios normales desde primer grado, pero cuando concluyen la primaria ya tienen un revólver y empiezan su vida delictiva. Algunos ni siquiera terminan la escuela, porque cambian los cuadernos por las pistolas. Estos jovencitos crecieron en el mismo barrio que sus enemigos, durmieron en la misma cama y hasta comieron en el mismo plato, pero cuando crecen sacan sus armas y agreden a quien fuera su amigo y le arrancan la vida. Aseguró que los jefes de pandillas les ponen las armas en la mano o las consiguen robándoselas a los guardias de seguridad. Otro proveedor importante es la Policía, porque le quitan el arma a un grupo y así mismo se la venden a otro.

El religioso especificó que algunos de estos jóvenes cambian, pero por medio de Cristo, pues nadie por su propia fuerza puede salir de este mundo. Reconoció que el Gobierno ha gastado millones de dólares para resocializar al delincuente juvenil, pero eso no ha funcionado. Solo Dios puede cambiar la vida de estos muchachos, cuyo periodo de vida va de 12 a 20 años.

Para José Polo, de la fundación Dame una Oportunidad, dijo que el Programa Seguridad Integral (Prosi) ha trabajado con muchos jóvenes que se encuentran en riesgo social, pero ha notado que después que se hace el trabajo con estos muchachos vuelven atrás, porque no están definidos en lo que quieren hacer.

Lo importante para Polo es que estos jóvenes delincuentes demuestren que de verdad están dispuestos a cambiar. Además no ve la consistencia en las iglesias que trabajan con jóvenes en riesgo, porque se la pasan compitiendo para ver que ministerios hacen las cosas bien, para así quedar bien con sus jefes.

Otra de las dificultades es que estos ministerios no cuentan con los recursos para trabajar con los jóvenes en riesgo o que ya están en pandillas. Es por esto que Polo hace un llamado al Gobierno para que les brinden los recursos para poder ayudar a estos niños.

 
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