Rufino Rodríguez es uno de esos maestros fuera de serie, que a pesar de ser un hombre bastante joven, tiene vocación por esta noble profesión.
Oriundo de la provincia de Veraguas, no dudó un segundo en aceptar el reto que le lanzara la directora regional de Educación de Panamá Oeste, Miriam Aguilar, de crear en el mes de mayo de este año, una escuelita para los niños de Playa Chiquita, hijos de pepenadores del vertedero de La Chorrera.
¡Lo aceptó!, dijo, y con muchas limitaciones, pero con sobrado interés, transformó un local hecho de madera y zinc, donde funciona una iglesia evangélica, en lo que a partir de entonces sería la Escuelita de Playa Chiquita, donde hoy acuden 20 niños de edades que oscilan entre 6 y 16 años.
Los problemas de los niños de Playa Chiquita pasaron a formar parte de la vida del maestro Rufino, que con sus compañeros de la Universidad logró conseguir todos los útiles escolares que se requerían para iniciar las clases de niños, que algunos por primera vez iban a la escuela.
No importaron las moscas, las pulgas, los malos olores, ni el ruido de los camiones, que provoca el estar ubicados al lado del vertedero, para que este admirable maestro emprendiera su lucha contra la ignorancia que reina en Playa Chiquita, cuya gente se encuentra marginada de las autoridades.
El tener que viajar todos los días a bordo de un camión de la basura, porque para Playa Chiquita no hay transporte, no ha sido motivo para que el maestro Rufino desmaye en su meta, que es dejar una escuelita en Playa Chiquita, y eso lo hará aunque tenga que pedir bloque a bloque, según dijo.
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