La perseverancia y el trabajo duro lo llevaron al éxito. De esto puede dar testimonio el señor Genaro Sánchez, quien trabajó en su comunidad natal, Soná de Veraguas, por más de 20 años "tirando hacha y machete", como comentó.
Al ver que no tenía futuro para su familia ni para él, Sánchez decide emigrar hacia la ciudad capital. A su llegada, compra una pequeña casita que le costó diez dólares, la que "tenía el tamaño de un baño".
Este exitoso hombre no se rindió ante tantas dificultades. Comenzó a trabajar vendiendo paletas por todos los pasillos de la Universidad de Panamá. "La venta era buena, pero no rendía para mantener a mi familia", explicó.
Agregó: "Entonces decidí crear mi propio negocio. Inicié con un pequeñísimo puestecito de vender lápices y golosinas, pero no me quedé tranquilo, busqué muchas ayudas, toqué diversas puertas hasta pude llegar a tener un kiosco, claro, con las mejoras que tiene hoy en día".
LOS MEJORES CHICHEMES
La esposa de Sánchez se levanta a las 4:00 de la mañana para hacer el chicheme, prepara el pan y deja todo listo para salir a la ardua tarea de todos los días, lo que les deja unas buenas ganancias.
PLANES FUTUROS
El señor Genaro dijo que tiene una asociación sin fines de lucro, en la que ayuda a los jóvenes que están en las drogas, en el alcohol, por lo que quisiera poder ampliar más su establecimiento y así generar más ingresos para seguir ayudando a estos jóvenes de su comunidad y demás lugares del interior del país. "De esta manera, las personas me ayudan a mí y yo ayudo a los demás", culminó Genaro.
"EL ALELUYA"
Así se llama el kiosco de Genaro Sánchez, ubicado al lado del vagón del tren en la Universidad de Panamá.