Fue un buen hijo y amigo
Santiago tenía 38 años, era el mayor de tres hermanos, nació el 21 agosto.

Georgina Damián | DIAaDIA

Sólo el jueves estuvo con su mejor amiga Diana, caminando en Calidonia, de mueblería en mueblería, buscando los mejores muebles para darle una sorpresa a su madre. El viernes, su cuerpo estaba partido por la mitad. La ausencia de Santiago Velásquez, el panameño que falleció el viernes al ser embestido por el jet ambulancia Noviembre No.280 Alfa Tango, ha dejado un dolor profundo en el corazón de sus familiares y amigos.

Su madre, Amalia González, lloraba de tristeza, mientras estaba sentada en una silla en el portal de su casa. Sus ojos estaban apagados, sentía que parte de su vida se le había ido. Ella llegó ayer de Santiago, donde vive, luego de enterarse de la trágica noticia que la dejó con el alma y el corazón destrozados. Su hermano, Rigoberto Pérez, dijo que él era una buena persona, que les inculcaba a sus sobrinos respeto. Con mucho dolor acepta que lo que sucedió no fue más que un accidente aéreo.

"Tarde o temprano nos llega a todos", agregó Rigoberto. Santiago tenía sólo 5 meses de trabajar con la empresa Girag Panamá, S.A, y se dedicaba a bajar mercancía y a limpiar. Era soltero, pues comentó su hermano que no tenía familia propia, porque siempre decía que no podía mantener a nadie con su salario.

Un hombre de pocas aspiraciones, sin vicios, pero dedicado a su trabajo, a su casa y, sobre todo, con un inmenso amor para con su madre; así es como lo recuerdan hoy sus familiares.

Vivía en su propio cuarto en Monterrey, Las Cumbres. "Él quería mucho a mi mamá, siempre quería lo mejor para ella", indicó Rigoberto.

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