La madre se quedó mirando a su hijo que moría de leucemia terminal. Sin dejarse vencer por la tristeza, tomó la mano de su hijo y le preguntó: Toñito, ¿alguna vez pensaste en lo que querías ser cuando crecieras? "Mami, siempre quise ser un bombero", dijo.
La madre se sonrió y dijo: - Veamos si podemos hacer realidad tu sueño. Esa misma tarde se dirigió a la estación de bomberos, y le explicó al jefe el último deseo de su hijo y le preguntó si era posible darle un paseo alrededor de la cuadra en un camión bombero.
"Mire, podemos hacer algo mejor que eso", contestó el jefe. Tres días más tarde una delegación de camisas rojas recogió a Toñito, le puso su uniforme y lo condujeron desde la cama del hospital hasta el camión. De regreso a la estación, él se sentía como en el cielo, hubo tres llamadas ese día; Toñito tuvo que salir en las tres llamadas, él fue en tres camiones diferentes. Fue en el microbús paramédico y también en el carro del Jefe de Bomberos.
Con esta alegría, el niño vivió tres meses más. Los médicos no lo podían creer. Pero después de ese tiempo, el niño enfermó de muerte. La madre llamó al Jefe de Bomberos y le pidió el favor de que le mandara un bombero uniformado para que estuviera con el niño mientras moría.
El jefe dijo: "Haremos algo mejor que eso". Y mandó un carro con una larga escalera que pusieron en la ventana del cuarto de hospital. ¡16 bomberos entraron por ahí y lo arrullaron mientras moría!
Recordemos que los otros necesitan sentir que los queremos más allá de las palabras.
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