Otra oportunidad
Michael Ibarra contó a Día a Día todo lo que le sucedió en aquel accidente.

Aurelio Ortiz G. | DIAaDIA

Producto de una aparente negligencia médica, el pequeño Michael Ibarra casi pierde su brazo izquierdo y las posibilidades de demostrarle al mundo las cualidades que tiene para jugar béisbol.

A sus cuatro años, Michael se encontraba jugando junto a un grupo de niños cuando sucedió lo inesperado. "Yo estaba guindado en un marco de fútbol, y vino otro niño, empujó el marco y yo me caí sobre mi brazo izquierdo fracturándomelo", narró el propio Michael, oriundo del sector de La Finca, Puerto Armuelles.

Tras el accidente, Michael fue llevado al hospital de su comunidad en busca de atención. Pero, por poco la ayuda resulta peor que la enfermedad.

"Cuando me atendieron, me pusieron un yeso, pero el doctor no me drenó para que saliera la sangre golpeada", recordó el niño, que ahora está a punto de cumplir nueve años. "Estuve tres días con fiebre y luego me llevaron para el hospital de David, donde me iban a cortar la mano (al parecer se había gangrenado)... pero me la salvaron luego de dos meses en el hospital", relató Michael.

Tras pasar aquel periplo, el niño tuvo que trabajar fuerte durante su etapa de recuperación para sanar. Al mismo tiempo, el pequeño desarrolló, pese a sus dificultades físicas, grandes habilidades para jugar pelota apoyado siempre por su padre José.

"Mi papá me enseñó a jugar béisbol desde los cinco años cuando me metí a la Bin-Bin", manifestó Michael, quien ya representó a Chiriquí Occidente en un torneo Preinfantil (9-10 años), que se desarrolló el año pasado en Los Santos. "Me gusta mucho el béisbol y quiero llegar algún día a las Grandes Ligas", aseguró.

DESARROLLO GRAN MOVILIDAD

La fractura y el descuido médico que sufrió el menor le trajo como consecuencia la pérdida de la movilidad en dos de sus dedos de la mano izquierda. Aun así, este ejemplar atleta aprendió a utilizar la manilla y el bate de una forma muy eficaz.

"No me molesta ni para batear, ni para apañar. Lo único es que a veces cuando la bola viene arriba se me va, porque no puedo alzar la manilla rápido", dijo Michael, a quien le encanta jugar como torpedero y lanzador.

LLEGA LA ESPERANZA

En estos momentos, Michael es uno de los cientos de niños que integran la filial que tiene la Academia de Béisbol Omar Moreno, en Puerto Armuelles.

Y es precisamente esta academia la que ha estado haciendo contactos en las últimas semanas para buscarle una nueva opinión médica a Michael y su familia.

Sandra Moreno, presidenta de la Fundación Omar Moreno, dijo que ya se consiguió, gracias al respaldo de la Embajada de Estados Unidos, que Michael sea revaluado esta semana en un Barco Hospital norteamericano que visitará durante varios días Panamá.

"A Michael se le van a hacer unos exámenes el martes (ayer), y el miércoles (hoy), deberá entrar al barco. Una vez allí, los galenos lo van a evaluar para ver si se le puede operar ahí mismo. De lo contrario, se llevaría a Miami para que lo operen allá", manifestó la señora Moreno. "Tenemos mucha fe en que todo va a salir bien", agregó.

SERENO

El pequeño lanzador, durante su relato, no demostró rencor hacia los que casi acaban con su carrera como beisbolista.

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