Impactante y conmovedora. Así fue la puesta en escena de la obra "Pandillas" en el Teatro Nacional.
El público pudo apreciar, en una monumental muestra, lo que se vive a diario en los barrios, como el de Barraza y El Chorrillo, a causa de la venta de drogas y el pandillerismo.
ELENCO DE PRIMERA
Lo primero que se puede observar es la escenografía, que semeja una de esas viviendas que normalmente se ve en los barrios bajos; aquellas chicas dilucidando sus problemas de maridos en plena calle; la madre que es maltratada por el esposo borracho y que tiene que prostituirse para alimentar a sus hijos.
Pero eso no es todo, lo que más me impactó fue ver la acción en vivo de los pandilleros, que pelean por su territorio y que vagan por las calles ofreciendo a los niños una vida de lujos.
Esos chiquillos, que huérfanos de madre, encuentran "refugio" en estas propuestas de vida, que luego se convierten en las cadenas que habrán de cargar hasta que la vida les dé otra oportunidad o que la muerte los libere.
SIN SECRETOS
Dura, pero real, fue la demostración de los chicos, que no ocultaron a los espectadores ninguno de los secretos que se esconden entre las paredes de los viejos edificios de sus barrios, los cuales son testigos mudos de lo que sucede en el mundo de las pandillas y las drogas.
Los protagonistas de este espectacular musical encontraron en la iglesia, a través de amigos y Dios, la fórmula para liberarse de las cadenas que los atan al mundo de la delincuencia. Se atrevieron a mostrarse desnudos ante tanto público, con el objetivo de dar un mensaje de esperanza a la juventud que está en peligro de caer en ese mundo.
PRODUCCION
"Esta obra fue mucho mejor, más rica en elementos que Detrás del Muro, pero más difícil", confesó Cristóbal Muñoz hijo, autor y productor del musical "Pandillas". Esto se debe a que los actores son pandilleros reales, prostitutas reales y los hechos son reales. Estos jóvenes jamás habían actuado y cantado, por lo que les tomó tres meses montar la obra.
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