"No he querido ni saber su nombre... El tipo iba totalmente ebrio ni siquiera supo lo que había hecho". Valeria Solar (29 años) estuvo a punto de perder la vida en diciembre de 1996 cuando el auto que conducía fue impactado lateralmente por otro conductor que no respetó la luz roja.

Rápidamente fue trasladada en ambulancia al hospital más cercano, donde los médicos entregaron a la familia un diagnóstico poco alentador: fracturas en el cráneo y la pelvis, además de dos costillas quebradas y de un derrame en el bazo.

Valeria estuvo internada un mes y medio, debió someterse a tres operaciones para que su cojera, "que la acompañará de por vida", fuera lo menos traumática posible. Además, debió abandonar la carrera de Ingeniería, puesto que su rehabilitación duró dos años y su memoria comenzó a fallar. "¡Ni siquiera recordaba las cosas del día anterior!".

Según testigos del accidente, el causante de la colisión se habría pasado anteriormente dos luces rojas. Sin embargo, pese a su reconocida culpabilidad, "esta persona jamás me fue a ver y tampoco me pidió perdón, siendo padre de dos hijos", cuenta Valeria.

La imprudencia en el manejo de este conductor le cambió la vida a Valeria. Muchas veces cometemos errores y no somos capaz de reconocerlos ni enmendarlos, quizá con buenas acciones le cambiemos la vida, para bien, a quien hemos dañado.