Desesperada fue a buscar ayuda. Aracelis González, mientras tenía a su hijo Manuel en brazos, pedía una sola cosa: un empleo.
Las lágrimas que brotaban de sus ojos no impedían que contara su historia de lucha, puesto que Manuelito, de siete años, tiene parálisis cerebral y requiere de los cuidados que su esposo y ella no le pueden dar por falta de un trabajo.
Para mantenerlo a él y a sus otras dos hijas, Sharon, de cinco años, y Génesis, de cuatro, deben vender empanadas.
Aunque ha tocado puertas, piensa que las autoridades del distrito de Capira, donde reside, no le quieren dar trabajo porque tiene que cuidar de Manuelito.
Sólo una lata de leche de una libra para Manuelito, cuesta B/. 8.95, más los pañales desechables y otros enseres.
La familia, integrada por cinco miembros, vive en Palmas Bellas de Capira en un cuarto que ha sido cedido por su hermana. Tienen problemas porque hay mucha humedad y el niño se resfría mucho.
Las niñas, algunas veces, no van a la escuela porque no tienen dinero. El busito les cobra B/.20.00 semanales por ambas.
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