Trabajar con cadáveres requiere de temple y valor. (Foto: EVERGTON LEMON /ROBERTO BARRIOS)
Carolina Sánchez P.
| DIAaDIA
Todo ha cambiado, hasta quienes mueren. Fulgencio González nunca ha sentido temor por vestir a los muertos, ahora su preocupación está centrada en que la población está enterrando a la juventud.
Él tiene más de 27 años de estar vendiendo servicios funerarios y expresó que antes los muertos que le tocaba vestir eran adultos mayores de 80 y 90 años, que morían por enfermedades y hasta por vejez. Ahora, su temor radica en que los jóvenes se están involucrando en actos ilícitos y "están pagando sus errores con su vida".
Pero mientras González se centra en su preocupación, hay otro grupo de vendedores de servicios funerarios que aún guardan en su mente el recuerdo del primer cadáver que les tocó vestir.
Carlos Cortés de la funeraria Salomón explicó que debido a que no tenía empleo se dedicó a vender servicios funerarios. "Fue a los 23 años cuando vestí por primera vez un muerto. Ese difunto estaba putrefacto y era una señora adulta mayor. Fue una película de terror cuando vi el cadáver, porque sobre la cara de la señora habían gusanos. Me asusté mucho y cuando sentí el olor mi pecho se contrajo, hasta no poder respirar", aseguró Cortés.
Pasó dos días sin poder dormir, pero al pasar el tiempo se adaptó a su trabajo.
El comerciante manifestó que ha escuchado de sus compañeros que laboran en la morgue que ven siluetas de personas, se abren las neveras donde están los difuntos y las puertas del elevador se abren solas. Hasta que las personas que tienen que quedarse en la noche prefieren quedarse en el pasillo.
En tanto, Luis Conte de la funeraria Buen Pastor aseguró que los primeros días sentía mucho temor, pero quería ayudar a su esposa en el negocio de servicios funerarios. "Vestí por primera vez a una anciana de Darién. Cuando tenía que arreglarla no podía, pues siempre le he tenido pánico a los muertos y es más ni veía a los difuntos a la cara, porque pensaba que me iban a llevar. Ese día me asomaba a la morgue de la Caja del Seguro Social y enseguida salía, pero al final tuve que hacerlo", dijo Conte.
Él dijo que es un trabajo de temple y valor, pero que igual tienen que tener mucha precaución, porque corren el riesgo de contagiarse de una enfermedad que porte el fallecido.
Adujeron que es un trabajo como otros y que en ocasiones los vuelve frío.