Panamá le dijo adiós ayer a su sueño de seguir en carrera en el Mundial Sub 20, tras caer 2-1 ante la República Checa y, aunque en esta edición del campeonato juvenil se sumó un punto, algo histórico para la selección, la eliminación dejó un sabor agridulce en el paladar.

República Checa ganó gracias a las pericias de un Marek Strestik, autor del segundo gol y una pesadilla en cualquier sector del campo, y de Lubos Kalouda, quien abrió el marcador. Pero el pase de los europeos fue también gracias a los desaciertos de Panamá, que descontó por medio de Nelson Barahona.

Parece mentira que las deficiencias más nefastas del fútbol local se ven en los momentos en los que hay que demostrar que sí hemos crecido y que esa evolución de la que tanto pregonamos no es un espejismo. Fue en el minuto 25 del segundo tiempo, cuando esto se apreció.

Armando Cooper tuvo la oportunidad más clara de romper el cero, pero el colonense fue su mejor marcador cuando vio a Radek Petr, y estando solo contra el portero checo, inexplicablemente la tiró atrás. De una vez inició la contra europea, que una y otra vez fue sofocada por Luis Mejía, que por lejos fue el mejor jugador de Panamá.

La derrota duele, y mucho, ya que la clasificación dependía de Panamá, pues Argentina cumplió y le ganó a Corea del Norte. No obstante, el rol de los nuestros en el Mundial de Canadá fue siempre el mismo, y con los mismos protagonistas, con un Gabriel Torres muy solo en la punta, tanto que ni se notó, pues una golondrina no hace verano.

A pesar de ello, ante los checos se vio a una selección con buen accionar y motivada pese a ser goleados por Argentina. Pero el problema de Panamá es que hizo casi todo bien, menos tener peso específico ante unos checos con más fortaleza física, no sólo para correr, sino para saber jugar con sus ventajas.