"Gracias por tu presencia", cantaban en la Iglesia Cristiana Católica de la 24 de Diciembre, mientras familiares, amigos y compañeros de trabajo le daban entre lágrimas, el último adiós a María Eugenia Dávila, una joven que ellos calificaron como honesta, abnegada, cariñosa, amiga inigualable y compañera ejemplar. Los adjetivos positivos hacia María Eugenia no terminaban, y su madre sólo escuchaba mientras que las lágrimas rozaban sus mejillas y su mirada fija no se alejaba del ataúd color caoba, adornado con claveles rosados y blancos, donde reposaba el cuerpo de su amada hija.
Los aplausos no dejaban de resonar cuando una de sus compañeras, María Luisa, le escribió una carta que ella no pudo leer, pues la tristeza no se lo permitió. Sin embargo, sus sentimientos, que plasmó en papel, fueron escuchados, pero de boca de otra persona: "Te recordaremos mi niña de una forma muy especial, siempre fuiste tierna y angelical, y entre las chicas, la más linda", esto fue parte de la carta escrita por María Luisa.
Pero la calma que querían demostrar sus familiares, se desvaneció en el Cementerio Municipal de Utivé. En lo más alto del camposanto, casi cerca del cielo, fue enterrada María Eugenia.
"Ay, mi vida", decía entre sollozos la mamá de María Eugenia, Porfiria Campos, que en ningún momento soltó a su esposo, Davis Dávila, quien con fortaleza y sin lágrimas, le dio el último adiós a su "Maru". En sus ojos, sólo se veía un dolor profundo por la pérdida de su niña, quien estaba ataviada con un vestido blanco y un velo que apenas cubría sus expresivos ojos.
Los gritos de desesperación, pedían al cielo una explicación: "¿Por qué, Señor, nos quitaron a nuestra Marujita?". Algunos miraban hacia arriba esperando una respuesta.
RESULTADO
Sus padres podrán estar tranquilos al saber que su hija no fue abusada sexualmente, así lo revelaron los exámenes.
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