
Por suerte no había nadie cerca.
Foto: DELFIA CORTEZ
Por suerte no había nadie cerca.
Foto: DELFIA CORTEZ
Margarita Hurtado, vecina del lugar, dijo que temía que eso fuera a ocurrir, ya que las piedritas que caían estaban avisando que el edificio iba a colapsar en cualquier momento.
En este momento, los jóvenes que viven en el caserón adyacente están solicitando que les permitan laborar en la demolición del inmueble, ya que no tienen trabajo y quieren, además de llevar el sustento, terminar de tumbar el edificio, que representa un peligro.