El cielo de Berlín se iluminó ayer en la noche, con un castillo de fuegos artificiales sobre la puerta de Branbeburgo, para festejar el tercer puesto de Alemania en el Mundial.
La Milla del aficionado, junto al monumento más emblemático de la ciudad, no registró la millonaria afluencia de otros partidos de la selección, pero miles de seguidores celebraron, con alegría, el consuelo de haber terminado terceros este Mundial que soñaban ganar.
Alemania se impuso en un partido, que será recordado también por ser el último del portero Oliver Kahn.
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