Si de algo se pueden dar golpe de pecho los chepanos, es del excelente transporte que tienen en la comunidad.

A diferencia de los capitalinos, que deben andar en "diablos rojos", ellos viajan en "chivitas" con aire acondicionado.

Una que da fe de lo agradable que resulta el viaje es Yamileth Vega, a quien no le duele pagar los B/1.25 por el pasaje todos los días para llegar a su trabajo.

Desde la comodidad de su asiento decía: "Aquí se viaja bien "pretty", por eso siempre tomo estos buses".

Al notar que éramos periodistas, Yamileth no vaciló en expresar su molestia por las invasiones de tierra que se están dando en la Unión de Azuero, en Chepo. En estos buses se habla de cualquier tema.

Mientras el bus avanzaba, algo molesta, Yamileth explicaba que mucha de la gente que invadió las tierras no tiene ningún tipo de necesidades.

Con mucha determinación afirmaba que algunos de los invasores tenían casas, negocios, ganado y terrenos en Cañazas, de Darién.

Ante esta realidad, sintió que es injusto que personas con mucho dinero estén invadiendo terrenos del Estado, bajo la excusa de que no poseen una vivienda digna; mientras que hay personas que de verdad están pasando páramos.

Con su acento típico de la gente del campo, seguía desahogando su tristeza por los desventurados que les arrebatan el derecho a tener un pedazo de tierra, por personas avariciosas que siempre quieren más.

La conversación se ponía más interesante cuando relució que en esos terrenos había una invasora a la que el Ministerio de la Vivienda (MIVI) le había dado lote dos veces, que posteriormente vendió. La preocupación de esta humilde panameña no es nada nuevo, porque las invasiones en el país se ha vuelto una mala práctica de muchos panameños que sienten que el Gobierno tiene que resolverles todos sus problemas.

Ante esta denuncia, las autoridades deberían estudiar el caso de cada persona con lupa, para comprobar que de verdad tiene necesidades y que no es otro que quiere jugar vivo.