
En su inocencia, Isaías juega sin saber las preocupaciones que embargan a su abuela.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
En su inocencia, Isaías juega sin saber las preocupaciones que embargan a su abuela.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
En su inocencia, Isaías juega sin saber las preocupaciones que embargan a su abuela.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
A veces no tienen para comer.
La vivienda no tiene buenas condiciones.
En su inocencia, Isaías juega sin saber las preocupaciones que embargan a su abuela.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
A veces no tienen para comer.
La vivienda no tiene buenas condiciones.
En su inocencia, Isaías juega sin saber las preocupaciones que embargan a su abuela.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
A veces no tienen para comer.
La vivienda no tiene buenas condiciones.
En su inocencia, Isaías juega sin saber las preocupaciones que embargan a su abuela.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
A veces no tienen para comer.
La vivienda no tiene buenas condiciones.
En su inocencia, Isaías juega sin saber las preocupaciones que embargan a su abuela.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
A veces no tienen para comer.
La vivienda no tiene buenas condiciones.
Jenifer tenía sida y el 17 de mayo sufrió un paro cardiaco y murió, ahora la abuela de los pequeños, Rosa Pinzón es su único refugio en El Porvenir de Pedregal, sitio donde residen en precarias condiciones.
Entre paredes de zinc y un piso cubierto con linóleo se alberga esta familia, que cuando el sol calienta no aguanta el calor adentro. Las maderas podridas sostienen la morada, pero lo más difícil es que en ocasiones no tienen para comer; sin embargo, la alegría que transmite el pequeño Isaías hace olvidar los problemas que pasan diariamente.
Jenifer, madre de los niños se casó con Enrique Rodríguez, quien adquirió el sida y contagió inconscientemente a la que fue su pareja, de ellos nació Yarelis, quien desde niña ha tenido que tomar medicamentos. La señora Rosa, de 60 años, desconoce si es portadora del virus, pues no ha sido sometida a exámenes. Enrique falleció hace ocho años producto de la enfermedad.
La joven madre trató de rehacer su vida, pero cometió un error al no decirle a su pareja que tenía sida y lo contagió, de ellos nació el pequeño Isaías, el hombre al conocer que era portador del virus la abandonó. Jenifer luchaba por sus hijos sola, pero el tiempo le pasó su factura, dejando a sus hijos sin el calor de madre.
Amigos se encargan de colaborarle a la familia, pues a Rosa por su edad le es complicado trabajar, además debe pagar luz, agua y cuidar de sus nietos.