Sólo cinco personas se mostraron disconformes con el tratamiento.
Didier Hernán Gil
| DIAaDIA
Aunque era una gran ayuda, la actitud de las personas debilitó el programa. En menos de un año, 900 personas iniciaron el tratamiento para borrar los tatuajes de sus cuerpos en la iglesia La Merced de San Felipe, pero aunque estaba dirigida a pandilleros, fueron otros lo que se mostraron interesados.
El religioso Juan Carlos Cabrera, quien trajo este programa desde Honduras, expresó a DIAaDIA que solo 40 pandilleros recibieron el beneficio. Otro factor que incidió en suspender el proyecto fue que el Ministerio de Salud (MINSA) le dio un permiso verbal para operar y aunque solicitó una certificación por escrito, no le fue entregada. Tampoco hubo mucha colaboración de los beneficiados. "Los interesados eran personas con facilidades, pero no querían pagar o ayudarme con los medicamentos. Encima de eso venían a quejarse, pero no se cuidaban", contó el sacerdote. Dentro del tratamiento, las personas no debían mojarse el área tatuada por 30 días y descuidaban el uso de las cremas especiales.
Destacó que hasta unidades policiales llegaron a borrarse tatuajes, pero no querían pagar. "Los policías igual llegaban, pero no querían dar nada, porque no podían, no tenían. Me llamaban comisionados, el director de la Policía, pero no podíamos hacer más", expresó. En vista del descuido de las personas, el religioso vio que su labor podía comprometerlo, por lo que decidió hace año y medio suspender la iniciativa. Además, fue trasladado a Colón, pero aunque guarda las herramientas para desarrollarlo en las Costa Atlántica, afirmó que no lo hará hasta que el MINSA lo avale formalmente. Se trató de obtener una versión de esta institución, pero no hubo respuesta al respecto.