Lluvia de Bendiciones es una comunidad en Arraiján que está a 20 minutos de la capital, donde habitan unas 400 familias que han tenido que luchar para conseguir un terreno. Aunque era privado, los precaristas tienen nueve años de vivir en el improvisado lugar.

PERSEVERANCIA

Maribel Castillo, una de las moradoras, contó que fue una de las primeras personas que llegó a vivir allí. Recordó con tristeza que para ese entonces estaba embarazada y a raíz de los enfrentamientos con los antimotines, para que salieran del terreno, sufrió un aborto. Ella reconoce que entró al lugar como precarista, pero tenía la necesidad de un terreno que está dispuesta a pagar.

En Lluvia de Bendiciones existe un Centro Familiar y Comunitario de Educación Inicial (CEFACEI) y una escuela primaria, adonde los niños prefieren ir descalzos por la cantidad de lodo.

Eran las 2:30 p.m., de ayer, cuando cayó una lluvia que para muchos fue una alegría, pues así llenarían los tanques de agua para poder lavar o fregar los platos. Mientras, otros se lamentaban, ya que las calles se convertirían en un lodazal.

"Cuando entramos a este lugar, le comenté a todas las personas que me pidieron ayuda para tener un terreno, que la situación no iba a ser fácil", dijo Carlos Castillo, el dirigente comunitario.

Cuando llegaron eran 150 personas. "Viendo la necesidad decidí entrar a los terrenos del asentamiento campesino", recordó Castillo. En los enfrentamientos con los antimotines, tres embarazadas perdieron a sus bebés. Ahora, Lluvia de Bendiciones trata de salir adelante en medio de necesidades básicas como: una carretera y agua potable las 24 horas del día.

PERSISTENTE

Desde 1999, más de 1,600 familias luchaban por tener un terreno y construir una vivienda. Se dieron muchas confrontaciones con las autoridades.