Perdonar a tiempo antes que guardar rencor, pues no se sabe qué tiempo hemos de pasar en este mundo. Puede que la vida se nos escape sin darnos la oportunidad de pedir perdón o de perdonar. Si ponemos en práctica este dogma, el alma estará libre y pesará menos en este cuerpo que no es nada.
La tragedia de la vejez no es ser viejo, sino haber sido joven.
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