No existe líquido en el mundo que sea capaz de dejar sus cristales pulcros, transparentes y brillantes. Un remedio para esto sería llenar un cubo con un poco de agua y añadirle tres cucharadas de amoníaco líquido. Con esta solución proceda a limpiar sus vidrios; al finalizar observará la diferencia. También evitará que se ensucien con regularidad.
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