Largas distancias camina Inés Soto, de 36 años, para poder deleitar a sus exigentes clientes con sus hot dogs y sus chichas naturales.
Este humilde vendedor ambulante, vio en este negocio la oportunidad de ganar dinero, de lo que no se equivocó, pues cuenta que hace 15 años, cuando empezó, el negocio era próspero y eran pocas las personas que practicaban esta actividad.
Desde La Palma de Veraguas, llegó a la ciudad con ansias de trabajar. La primera oportunidad que se le presentó fue de seguridad, ejerció por seis meses; luego se puso a vender en la calle con unos chiricanos para los que trabajaba.
Ahorró unos B/. 850.00, lo que cuesta el carrito de hot dogs y unos B/. 60.00 para los productos.
Su ruta es desde la Transístmica, Plaza Edison, hasta una industria de papel. Camina todo el trayecto, para él es lo más difícil.
Con esto, mantiene a sus tres hijos: Diana, de 16 años; Nelson, de 15, y Fernando, de 4 años, todos están en la escuela y viven con él en Las Mañanitas.
Sus clientes lo prefieren por la calidad de sus productos, que siempre son frescos. La chicha cuesta 25 centésimos y el hot dog 50 centésimos.
Fotos: Jesús Simmons
SU TIEMPO
Empezó sin pena. Trabaja de lunes a sábado y los domingos los dedica a la familia.
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