La selección española, jugando a medias, fue superior al equipo de Holanda, que recurrió al juego duro y fuerte para mantener durante 116 minutos que hasta allí parecían condenados a los tiros desde el manchón del penal.

Afortunadamente, España pudo, no sin antes trabajar con muchos sacrificios, contra un rival que empleó toda clase de argucias y artimañas legales e ilegales, poner su gol en las piernas Andrés Iniesta.

Los que guardamos gratos recuerdos de aquellas finales de Alemania-Hungría en 1954, Brasil-Italia en 1970, Alemania-Holanda en 1974, e Italia-Alemania en 1982, por citar algunas, debemos coincidir que con la de ayer, asistimos a una de las peores finales de los Mundiales de Fútbol, con una carga innecesaria de violencia física en el equipo de Holanda, y una marca de tarjetas en un encuentro decisivo de Copa del Mundo, en la que nos "regalaron" como colegiado, a Howard Webb, un juez de cuarta o quinta categoría. Dentro de lo malo, el menos malo.