Anoche tuve un sueño y fue maravilloso. Para mí, fue una sorpresa. Veía a mi madre, llegando a casa junto al amor de mi vida.
Sí, era Nelia Mariel, con su mirada risueña y muy coqueta, tal como cuando la conocí.
Esa "flaca" me acompañó de la mano por todo mi querido pueblo. Era la envidia de mis amigos. Debo confesar que hasta mis amigas sintieron un poco de celos.
En ese lapso, recordamos e hicimos cosas de enamorados. ¡Qué momentos aquéllos!
Las horas pasaban y yo embelesado mirándola, mientras contemplábamos las aguas del río. Su actitud había cambiado mucho y no la comprendía, pero nunca dejé de sonreírle.
Esas son cosas que hace el amor de adolescentes. En este momento espectacular de mi vida, un ruido me despertó. Miré el reloj y eran las 3: 00 a.m.
Muchos dicen que a las 3 es la hora en que murió Cristo, entonces pensé, es la hora de la Misericordia. Por eso fue que ni me moví de la cama, y bien cobijado, seguí soñando despierto.
Ese sueño había pasado. "Estás viviendo el presente", me dije.
Respiré, profundamente, y di gracias a Dios, pues el latir de mi corazón es obra suya. Estoy vivo y me ha regalado otro día más para hacer cosas buenas por mí y para los demás. Vive el presente, y aunque lluevan las dificultades, recuerda que ese es tiempo vivido y que no lo desperdiciaste en esta vida pasajera.
Qué hermoso es estar enamorado de la vida y reconocer que en cada minuto de tu vida, está presente la misericordia de Dios.
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