HISTORIAS
Oír y escuchar

Redacción | DIAaDIA

Una pareja celebraba sus bodas de oro, y estuvo todo el día de fiesta, festejando con cantidad de familiares y amigos que acudieron a felicitarle.

Todo el día fue bueno, recordaron viejos tiempos, se sintieron acompañados por todos, hubo mucha comida y risas en la concurrida velada. Por eso, se sintieron aliviados cuando, al anochecer, pudieron quedarse solos otra vez en el porche contemplando la puesta de sol y descansando del ajetreo de todo el día.

En un determinado momento, el anciano se quedó mirando, afectuosamente, a su mujer. Recordó todo lo que habían pasado juntos, cuando se casaron, cuando se quedó sin trabajo, cuando nacieron los hijos. Las imágenes llenaron su mente y, de repente, le dijo a su mujer: "Querida, estoy orgulloso de ti".

-¿Qué has dicho?, preguntó la anciana. Ya sabes que soy un poco dura de oído. Habla más alto.

"Estoy orgulloso de ti", repitió el anciano. "Me parece muy lógico", dijo ella con un gesto despectivo- "también yo estoy harta de ti".

La perfecta escuchada consiste en oír no tanto a los demás cuanto a uno mismo. La perfecta visión consiste en mirar no tanto a los demás cuanto a uno mismo.

Porque nunca comprenderán a los demás quienes no se han escuchado a sí mismos; ni podrán ver la realidad de los demás quienes no se han explorado a sí mismos.

El perfecto oyente te escucha, aunque no digas nada. La mujer contesta a su marido, que estaba absorto en el periódico: "No necesitas tomarte la molestia de seguir gruñendo: "Sí querida", "no querida". Hace diez minutos que he dejado de hablar.

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