
No le importa adonde el MEDUCA la envíe a trabajar, porque le gusta enseñar.
No le importa adonde el MEDUCA la envíe a trabajar, porque le gusta enseñar.
No le importa adonde el MEDUCA la envíe a trabajar, porque le gusta enseñar.
Los niños la adoran.
Su profesora Itzania Ábrego está feliz con su trabajo.
En su familia todos son maestros.
Su mamá es su mayor inspiración.
No le importa adonde el MEDUCA la envíe a trabajar, porque le gusta enseñar.
Los niños la adoran.
Su profesora Itzania Ábrego está feliz con su trabajo.
En su familia todos son maestros.
Su mamá es su mayor inspiración.
No le importa adonde el MEDUCA la envíe a trabajar, porque le gusta enseñar.
Los niños la adoran.
Su profesora Itzania Ábrego está feliz con su trabajo.
En su familia todos son maestros.
Su mamá es su mayor inspiración.
No le importa adonde el MEDUCA la envíe a trabajar, porque le gusta enseñar.
Los niños la adoran.
Su profesora Itzania Ábrego está feliz con su trabajo.
En su familia todos son maestros.
Su mamá es su mayor inspiración.
No le importa adonde el MEDUCA la envíe a trabajar, porque le gusta enseñar.
Los niños la adoran.
Su profesora Itzania Ábrego está feliz con su trabajo.
En su familia todos son maestros.
Su mamá es su mayor inspiración.
Crecer alejada de su madre, la mayoría del tiempo, porque tenía que viajar a áreas apartadas del país a brindar sus servicios de maestra, la hicieron abrazar esa profesión tan bonita que conlleva tantos sacrificios. Ver a su progenitora dar todo por sus alumnos, niños pobres de la Comarca Ngäbe-Buglé la inspiraron a tomar la profesión de maestra.
Ella cursa el cuarto año de la licenciatura y docencia en inglés en la Universidad Especializada de Las Américas (UDELAS), David, Chiriquí. Estudiar esta carrera no fue nada fácil, porque tiene que viajar todos los días desde su casa ubicada en la comunidad de San Isidro a cinco minutos de la frontera con Costa Rica.
Su esfuerzo ya le ha dejado muchas satisfacciones, ya que en la escuela Justo Abel Castillo en Bugaba, Chiriquí, donde realizó su práctica profesional, un niño llamado Erick le dio un fuerte abrazo por ser la mejor “teacher” que ha tenido. Esa demostración le hizo sentir que no se equivocó cuando decidió que sería educadora. Lo que más la llena de orgullo es que está siguiendo los pasos de su madre que tantos sacrificios ha hecho por los niños menos afortunados de Panamá.