Por un mejor futuro. "Las matemáticas son mi fuerte", aseguró Luis Gregorio Jau Arias, un niño indígena de 11 años que cursa el quinto grado en la Escuela Justo Arosemena, en Santa Ana.

En Panamá, más de 45 mil niños trabajan en las calles. Luis fue uno de ellos.

¿La razón? Buscaba algo de dinero para ayudar a su madre.

Hoy Día del Niño su alegría de vivir es contagiosa, pues comentó que antes, desde temprano, salía a la calle para pedir limosna. También hacía las veces de bien cuida'o.

Narró que en el Mercado de Abastos varias veces cargó cartuchos y recogía algunas verduras y legumbres en buen estado, para llevar algo de comer a su casa.

Luis Gregorio vive en un pequeño cuarto de la barraca Good Year en Santa Ana, junto a su madre Juana y sus seis hermanitos. Su madre está esperando el octavo hijo. El suelo es su colchón y las cortinas su puerta.

Gracias al apoyo de la Fundación Casa Esperanza, el futuro de Luis será otro. A él le gusta ir todas las tardes a estudiar junto a sus amigos y hacer las tareas de Matemáticas, aunque tiene problemas con el Español.

Todas las mañanas visita las oficinas de Casa Esperanza, donde se le brinda apoyo para sus deberes.

Luis Gregorio espera no tener la necesidad de regresar a las calles a trabajar, sino mantenerse estudiando. Sin embargo, debido a la falta de recursos para conseguir los útiles, su situación familiar puede cambiar. En su casa hace falta camas y una estufa.

De acuerdo con Astrid Salazar, de Casa Esperanza, hay miles de niños que trabajan tanto en el área rural como urbana. De éstos, el 26% es menor de 14 años; es decir, debajo de la edad permitida por la ley.

En las zonas agrícolas laboran más de 32 mil menores, y de ellos, el 65% no asiste a la escuela. En la zona urbana, más de 21 mil adolescentes trabajan y el 45% está fuera del sistema escolar.

APOYO

Casa Esperanza tiene centros de asistencia en Panamá, Colón, Coclé y Chiriquí. Ofrece apoyo a niños y niñas.