
Por un lado, en los controles se mide el peso actual, la talla y el índice de masa corporal (IMC). Si estos controles periódicos existen, será mucho más sencillo hacer un diagnóstico acertado del estado nutricional del niño, porque habrá “una historia” de crecimiento.
Por otro lado, la especialista indica que los padres de familia no deben esperar a que el médico les diga si el niño tiene sobrepeso o no.
Hay signos y síntomas que los padres pueden identificar y que alertan sobre el riesgo de sobrepeso u obesidad:
-Cuando hay una ganancia de peso rápido.
-Cuando al niño se le marcan unos “rollitos” en la cintura y además tiene celulitis evidente.
-Puede tener un factor de riesgo cuando pasa más de dos horas frente a la televisión y además tiene un apetito incontrolable.
-Busca comida frecuentemente para compensar un fracaso o un llamado de atención.
-Piensa en comida permanentemente, especialmente en alimentos de alta densidad calórica.
-Consume porciones superiores a las porciones que consumen niños de la misma edad.
-La clave está en una alimentación balanceada.
“Lo primero que se debe tomar en cuenta es la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que la lactancia materna debe ser exclusiva hasta los 6 meses. A partir del sexto mes, se debería iniciar la alimentación complementaria (alimentos diferentes a la leche materna). Los adultos que de pequeños tuvieron lactancia materna suelen tener una tensión arterial más baja, menos colesterol y menores tasas de sobrepeso, obesidad y diabetes de tipo 2”, explica la nutricionista Angarita.