Un ídolo dentro y fuera del terreno de juegos. Edwin Congo es un atacante de temer, un personaje que inspira respeto, con sus goles y apariencia, dentro y fuera de las canchas; pero eso los niños no lo toman muy en cuenta cuando lo reconocen, sonríen, se acercan y le piden, casi le exigen, que les firme un autógrafo o que pose para la foto.
Y el hombre del levante de España accede. Humilde, sonriente, siempre dispuesto. Así los periodistas estén esperándolo, así esté en medio de una respuesta muy importante. Los niños son primero, como dice el lema de esta Copa América que patrocina Unicef. Y Congo lo sabe, y se le respeta por eso.
Edwin Congo también fue un niño de clase media en su Colombia natal, como los chicos de Trujillo que corren a abrazarlo, como si fuera un viejo conocido, al término del entrenamiento, que lo miran y ven en él al ídolo, pero también al hermano de destino, al que les demuestra que en esta vida se puede llegar lejos.
Jugadores como él son los que engrandecen el fútbol.
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