Los globos

Redacción | DIAaDIA

H@abía una gran fiesta en un pueblo. Toda la gente había dejado sus trabajos y ocupaciones de cada día para reunirse en la plaza principal, en donde estaban los juegos y los puestitos de venta de cuanta cosa linda una pudiera imaginarse.

Los niños eran quienes gozaban con aquellos festejos populares. Había venido de lejos todo un circo, con payasos y equilibristas, con animales amaestrados y domadores.

Entre todas estas personas había un vendedor de globos.

Los tenía de todos los colores y formas. Grandes, chicos, vistosos o raros, todos los globos eran originales y ninguno se parecía al otro.

Sin embargo, eran pocas las personas que se acercaban a mirarlos, y menos aún los que pedían para comprar algunos.

Pero se trataba de un gran vendedor. Por eso, en un momento en que toda la gente estaba ocupada en curiosear y detenerse, tomó uno de sus mejores globos y lo soltó.

Como estaba lleno de aire muy liviano, el globo comenzó a elevarse rápidamente y pronto un niño gritó: -¡Mira mamá, un globo! Inmediatamente fueron varios más que lo vieron, y para entonces, el vendedor ya había soltado más globos de lindos colores y tamaños mucho más grandes. Esto hizo que una tropilla de niños lo rodeara y compraran sus globos.

Había allí cerca un niño negro, que con dos lagrimones en los ojos miraba con tristeza todo aquello. El vendedor se dio cuenta, y el niño le explicó que no soltó ningún globo negro, como él. Acto seguido, el vendedor elevó uno negro, que subió rápido al cielo. El niño negrito creía que por su color no se elevaría. El vendedor le dijo: No es el color lo que los eleva, es lo que tienen dentro.

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